lunes, 14 de marzo de 2011

Hacienda de San Pedro y San Pablo de Anhelo, municipio de Ramos Arizpe, Coahuila. Cabeza número 191.

Se dice que este nombre no era el auténtico sino una castellanización a la voz Anahelo con la que en lengua indígena se designaba al sitio. "Aunque en tiempos remotos está haciendo fue una importante productora de papa, maíz, frijol y uva, hoy el lugar está casi abandonado. Las más de 50 habitaciones no resistieron el paso de los años y el abandono y se derrumbaron. Hoy sólo es ocupado por la familia Espinoza, que cuida del lugar. La fachada de la Iglesia de San José de Anhelo luce cubierta del polvo del desierto. La mayor parte del tiempo está cerrada, pero los domingos o en tiempos de fiesta los habitantes que se han ido regresan para darle un poco de la vida que ha perdido. Muy cerca de la puerta de la capilla un pequeño monumento recuerda que ese lugar fue un punto más de la Ruta Insurgente. (1)

Marzo 18, 1811. El cura Hidalgo en compañía de Allende y demás jefes (Jiménez, Aldama, Iriarte) reinician su marcha, ignorando seguramente las informaciones relativa a la aprehensión del licenciado Aldama, Fray Salazar y Aranda. Allende, no ha tomado ninguna medida de precaución confiando seguramente en las informaciones recibidas por Jiménez, en el sentido de que, en toda la región había fuerzas amigas. En Capellanía, representó Bernardo Gutiérrez de Lara a ofrecer sus servicios, nombrándosele Teniente Coronel y dándole la comisión, para ir a Washington, en demanda de ayuda, ya que el licenciado Aldama había fracasado.

Marzo 18, 1811. Después de pasar la noche, el cura Hidalgo en compañía de los jefes insurgentes, prosiguen rumbo a Santa María, emprendiendo la caminata de una segunda jornada de 6 leguas, previo paso por la Cuesta del Cabrito para pernoctar en la Hacienda de Mesillas; la orografía de esta región hizo muy penosa la marcha ya que después de una legua de terreno llano, se inicia un ascenso para la Cuesta del Cabrito, en donde las montañas forman un verdadero Dédalo muy difícil de salvar por sus barrancas profundas. Estas condiciones del terreno impedirán un desplazamiento rápido, máxime que las fuerzas insurgentes conducían una impedimenta militar, compuesta de 23 cañones, 3 pedreros, fusiles, lanzas, coches, carros, acémilas y caballos y más de 22000 kilogramos en barras de plata.

La propia noche del 18, el grueso de la columna se quedó en Mesillas que por su extensa configuración da un aspecto de fortaleza, aspillada y almenada, aunque se asegura que otra parte, prosiguió su marcha hasta Anhelo.

Marzo 19 de 1811. El cura Hidalgo reinicia su marcha haciendo un recorrido de 6 leguas para llegar a la hacienda de Anhelo, donde pudieron saciar su sed en la fuente de aguas termales que allí existe. La hacienda de Anhelo está situada en la parte sur de la serranía de la misma denominación, semejando dicha parte una plazoleta de grandes dimensiones, a la cual concurren todos los cañones que conducen a los cuatro puntos cardinales, haciendo en la dirección del norte el Cañón del Espinazo del Diablo o de Ambrosía que conduce a La Joya, Baján y Monclova. (2)

“El camino se pudo sobrellevar por aquel día, sin embargo de su aridez, pues era un inmenso desierto sin montaña ni cosa que le alentara la vista. El calor mortificante unido al polvo, se fue haciendo insoportable, todo lo cual ocasionaba algún desagrado. No se halló punto donde dar un respiro, ni un aguaje, ni nada absolutamente con qué refrigerarse; con todo, se hizo alto un rato para tomar algún alimento y dar pequeño pienso a las mulas y caballos, y menear las cargas. Pasado esto se siguió adelante, habiéndose consumido alguna parte de los víveres que cada uno conducía para su persona.

El camino era cada vez más ingrato; su aridez nos ocasionaba muchos malos ratos y algo desconsoladores. Ya muy venida la tarde llegamos al Presidio de Anhelo. Este paraje, más horrible que la tierra que se había atravesado, no tenía más recurso que un torreón medio destruido y una pieza muy maltratada donde sólo cabían treinta personas. Había un pozo muy pequeño de agua salada, y en tan poca cantidad, que era preciso esperar gran tiempo para recoger lo que bastaba a una persona; y como ya apuntaba la sed, muchos soldados, que hicieron uso de ella, a poco se sintieron enfermos, y sentían una pesadez molesta, que por fin paró en fríos.

El sereno y el rocío son sumamente nocivos en aquella tierra, tan estéril, que no se encuentra leña ni cosa de que poder hacer fuego. Un zacate asperísimo y una hierba que se nombra gobernadora, es toda la producción de aquellos llanos inmensos, dando un aspecto triste y desconsolador. No obstante las circunstancias dichas, se dispuso algo; se ordenó que de las carretas se sacara forraje y maíz para pasar aquella primera noche; se mandó apartar lo más grueso del rastrojo para hacer lumbre y poder asar y cocer la cecina que se llevaba; se dispuso que la caballada y mulas salieran a campear para economizar un tanto el forraje, que se advertía poder faltar, según lo que se consumía.

Como la sed era lo que empezaba a hacer sentir, hubo algún descuido en repartir el agua, y ésta estaba ya destinada para más adelante as ser el principal enemigo que nos condujera tiranamente a nuestra desventura, descargando sobre aquella división un golpe infame y mortal. Se gastó, pues, más de la mitad de la que se llevaba sin quedar satisfecha la necesidad de la tropa, quedando mulas y caballos, así como toda la gente, a media ración. Estas privaciones no hacían aun mucha mella en aquella gente resuelta, apareciendo siempre su buen humor, y hasta las señoras y demás familiares conservaban en buen estado su firmeza y energía, teniendo en mucho pertenecer al partido de la libertad y conjurando a su modo a los que se habían declarado enemigos de la patria.

Mucho valen en estos lances las señoras, que poseyendo ideas liberales y heroicas, forman el mejor bálsamo que suaviza las heridas que se reciben en la adversidad. Las familias alojadas debajo de los coches, proporcionaban, al visitarlas, algunos buenos ratos con sus chistes y bromas, y no menos con su habilidad en cantar y tocar. En esto se pasó la noche en alguna parte, y el resto en el descanso. Amaneció y todos pensaban en prepararse para la marcha…” (3)

Fuente:

1.- Moncada, Cyntia. Reportaje en el diario Zócalo Saltillo. 16 de Septiembre, 2009. “La Ruta de Hidalgo 199 años después.

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/la-ruta-de-hidalgo-199-anos-despues/

2.- Jiménez de la Rosa, Federico. Ruta de Hidalgo 1810-1811. Lápiz y Papel de México. México, 1960.

3.- García, Pedro. Con el cura Hidalgo en la guerra de Independencia. FCE-SEP. México, 1982.

Nota:

A todas las personas, que sin saberlo, me han cooperado al estar yo usando sus fotografías, algunas que son con derechos reservados, les agradezco su gentileza, se muy bien que debería primero pedir permiso, pero, en los sitios en donde las he encontrado no encuentro un contacto, razón por la cual lo hago. Ofilia, Zócalo de Saltillo, Rodolfo Garza, Urbanomafia, gracias nuevamente.

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